El videoclip de REM Losing my religion hizo que sus imágenes se quedaran impregnadas en mi retina. Tiempo después supe que su director era un tal Tarsem. Con su película como director, La Celda, disfruté por momentos, aunque el final me decepcionó un poco. Sin embargo, con The Fall, la apuesta salió perfecta, a unas imágenes bellas e impactantes se sumaba un guión redondo.
Y es que la fuerza de este director de orígen hindú reside en las imágenes, los diseños. Lo malo es que cuando no están acompañados de un buen guión se quedan en bellas postalitas, pero poco más.
Algo de eso pasa con esta película, de factura impecable, visualmente demoledora pero cuyo guión se desinfla con rapidez y la actuación de su protagonista es vacía, plana.
El Rey Hiperión (Mickey Rourke) busca un legendario arco con el que podrá liberar a los Titanes, para así destruir la humanidad. Zeus (Luke Evans) lleva años sirviendo como maestro del joven Teseo, llevando un disfraz de mortal (John Hurt) e insiste y prohibe la intervención divina en la vida de los humanos, a no ser que la situación se vuelva insostenible para ellos. Teseo sufrirá la perdida de su madre a manos del sanguinario rey y en su odisea se convertirá en el paladín que los hombres necesitan, aunque al final la gran batalla se libre entre el panteón de dioses y los terribles Titanes.
Se la podría comparar con 300, pero la principal diferencia es la película de Zach Snyder rebosaba tensión, sangre. Era épica donde esta destila frialdad, muy bella, pero gélida. No te pones en la piel de Teseo, un Henry Cavill que espero que insufle más vida a su próxima y esperada interpretación, el Hombre de Acero, Superman...
También comentar que algunos de los diseños de los dioses, cortesía de Eiko Ishioka, provocan las risas entre un público poco acostumbrado a estos trajes tan "teatrales, operísticos" o como se les quiera llamar.
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