Se le ha puesto precio a la cabeza del señor feudal Naritsugu Matsudaira. Es un tipo cruel que ha cometido todo tipo de tropelías y crímenes, escudándose en que es el sobrino del shogun de la región.
El encargado de asesinarlo es el samurai Shinzaemon Shimada, que deberá reclutar a varios guerreros para poder hacerle frente a los numerosos hombres de Matsudaira. No será tarea fácil y mucho menos el elaborar un plan para poder atacarlo, ya que éste raramente sale de su casa.
Un viaje será el momento perfecto para dar el golpe letal y, tras desviar de su camino a la comitiva, lo obligan a pasar por un pueblo que previamente, estos trece guerreros se han ocupado de vaciar de lugareños y sobre todo, de construir todo tipo de trampas, convirtiéndolo en un laberinto letal.
En ese pueblo se decidirá la suerte de sanguinario señor y de los trece asesinos, durante una interminable lucha contra más de doscientos guerreros que acompañan a Matsudaira.
Dentro de la inmensa filmografía del director japonés Takashi Miike, con constantes altibajos y títulos de lo más olvidables, esta se convierte en una de sus mejores películas. Historia de samurais en la que los aficionados al género van a encontrar luchas a muerte, violencia, sangre y el honor del guerrero.
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