Brad Anderson regresa después de algún tiempo enfrascado en proyectos televisivos (Fringe, Treme, Rubicon, Undercovers) y nos ofrece con esta nueva película una historia que explora uno de los terrores primarios. El miedo a la oscuridad. Y es que de pronto, la ciudad de Detroit queda sumida en la más completa oscuridad. Los aparatos eléctricos no funcionan y los pocos que resisten, van cayendo presas de las sombras, cuyos tentáculos se mueven por las esquinas, las rendijas. Tan sólo quedan las ropas de las personas que inexplicablemente, han desaparecido de la faz de la Tierra.
Solo sobrevivirán un pequeño grupo de personas: Una fisioterapeuta (Thandie Newton) obsesionada por encontrar a su bebé, un chaval que permanece en el bar de su madre, el proyeccionista (John Leguizamo) de un cine, una niñita bastante escurridiza y un chico (Hayden Christensen) que busca a su novia...
Las luces irán sucumbiendo y los protagonistas sucumbiendo ante esa sombra terrorífica, viva.
Sin llegar al nivel de Session 9 o El Maquinista, esta película te mantiene pegado a la pantalla y lo que tal vez se note es que el guión no es del propio Anderson, aunque juega con el argumento y el tema de las sombras vivientes, como ya hizo en uno de los más aterradores momentos de su ópera prima Session 9.
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