David O. Russell, el director de Tres Reyes, nos narra la historia de dos hermanos de ascendencia irlandesa: Mickey y Dick Ward. Viven en un suburbio y Dick, el hermano mayor, se vanagloria de que en una ocasión venció al Gran Sugar Ray leonard mientras aspira el humo del crack. Es un drogadicto y su vida se va a pique mientras entrena a su hermano Mickey, que callado acepta sus consejos, aunque sabe que la mayoría no le servirán para nada bueno. La madre de ambos, Alice (Melissa Leo), es su manager y le consigue combates cutres que en alguna que otra ocasión acaban de manera muy dolorosa para el púgil.
Las cosas no pueden durar así mucho tiempo y el revulsivo vendrá de la mano de Charlene, una guapa camarera de la que Mickey se enamora y que lo aleja temporalmente del boxeo. Pero tener a un hermano como Dick es un continúo problema y aunque la cadena HBO lo embauque rodando un documental protagonizado por él, al final sólo será un reflejo de lo bajo que se puede caer en el mundo de las drogas.
Dick terminará en la cárcel y Mickey emprenderá de nueva su carrera de una manera profesional, sin contar con esta disfuncional familia.
El paso del tiempo hará que los hermanos se vuelvan a encontrar y que Mickey finalmente acepte algunos buenos consejos que lo llevarán a lo más alto en el ring pugilístico.
Tremendo papelon el de Christian Bale, que se mete en el pellejo de este adicto al crack con cierto talento para la lucha. Mark Wahlberg no está del todo mal, por una vez nos lo podemos llegara creer, pero tal vez sea gracias al gran nivel del resto del reparto.
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