Freddie Quell (Joaquin Phoenix) es un veterano de guerra que intenta reintegrarse en la vida civil, pero su carácter, además de del alcoholismo lo convierten en un outsider. Huyendo de una paliza se cuela de polizón en el barco de Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), el carismático líder de lo que parece ser un culto o secta que acoge a Quell entre sus brazos como su más fiel acólito.
Conocemos a la familia de Dodd: su mujer embarazada, Peggy (Amy Adams), defensora a muerte de las prácticas de su marido; su hija Elizabeth, recién casada, que se siente atraida sexualmente por Freddie y finalmente, Val, el cínico y descreido hijo.
Freddie será sometido a varias terapias, experimentos o como quiera que se les quiera llamar, que lo retrotaen hacia el pasado y al origen de uno de sus muchos traumas: El amor que sentía por una chica de su pueblo y cómo la abandonó para ir a la guerra. Pero éste no es su único problema, ya que su madre vive internada en un manicomio.
Quell se convertirá en el acólito número 1 de Dodd, defendiéndolo con violencia ante los que ponen en solfa sus método y terminará integrado en la secta, hasta que su propio carácter, incurable le haga tomar una decisión.
Paul Thomas Anderson realiza un retrato de lo que podrían haber sido los inicios de la secta cienciológica y retrata a su Maestro como un tipo bebedor, que no permanecía demasiado tiempo en un sitio fijo y con un carácter inestable. Éste aprovecha el material que le ofrece Quell para intentar hacerle un lavado de cerebro e integrarlo en su grupo.
El director nos ofrece otra de esas historias que lo han convertido en uno de los realizadores y guionistas más interesantes del panorama norteamericano.
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!
Hace 4 años
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