lunes, 3 de diciembre de 2012

LA VIDA DE PI

No he leido la novela de Yann Martel que Ang Lee lleva a la pantalla, pero me da la impresión de que la tarea ha sido satisfactoria, viendo el resultado. Una conversación. Yann y Pi departe con tranquilidad en casa de éste último. Su tío le ha recomendado al escritor que se ponga en contacto con él y le cuente su historia. Unas andanzas que comienzan por el origen de su curioso nombre, como consiguió ganarse el respeto de sus compañeros y la adolescencia, con la llegada del primer amor. Hasta aquí la película me recuerda a aquellas anécdotas que contaba un hombre sentado en un banco, mientras te ofrecía un bombón. Tienen esa esencia del realismo mágico. Y lo que acontece después es la prueba definitiva. Pi y su familia emigran a Canadá en un enorme barco, con ellos se llevan a todos los animales del zoológico que dirigía su padre. Una terrible tormenta hundirá el carguero y los únicos supervivientes del desastre serán Pi, un orangután, una cebra, una hiena y Richard Parker, un fiero tigre de Bengala. Lo que ocurre a continuación mezcla la tragedia, el humor, las ganas de vivir, el ingenio... En fin, todo lo que rodea al ser humano y lo define. En este film destacan dos cosas, el uso de la imagen, que nos lleva un paso más allá, introduciéndonos en la tormenta, por ejemplo; o meciéndonos con tranquilidad sobre un mar cristalino que esconde impresionantes secretos. Pi encuentra a su dios en esta odisea, ¿creible aventura? El poder de las palabras nos plantea una pregunta final: ¿Qué fue lo que realmente ocurrió?

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