Uno de los principales problemas que aquejan a la industria cinematográfica norteamericana es el síndrome "think big", o sea, el tratar de crear franquicias que se prolonguen hasta el infinito, sacándolas todo el jugo posible. Y creo que este mal es el que aqueja principalmente a la nueva película de Peter Jackson, y, por desgracia, no es el único: Después de dos fracasos taquilleros/artísticos como fueron el remake de King Kong y la insoportable por momentos The Lovely Bones se ha visto "obligado" a adaptar la novelita de aventuras de Tolkien y claro, la productora sabe que hay un público hambriento y presto a regresar a la Tierra Media sea como sea y se han sacado de la chistera una nueva trilogía.
En primer lugar, uno de los lastres de esta cinta es lo largo de algunas escenas, que aburren lo indecible: La llegada de los enanos a la casa de Bilbo parece no acabar nunca y las gracietas (bastante infantiles, por otra parte) no funcionan ante un público curtido. Me pregunto cuando se van a dar cuenta las distibuidoras de lo innecesario de doblar las canciones al castellano, destrozando las letras y sumergiéndote en un estado que mezcla lo agónico e hilarante.
Por otra parte, como ya le ocurrió en algunas escenas de King Kong, hay momentos en los que nos encontramos más ante un videojuego que una película. Ya sé que me vais a decir que es una cinta fantástica, pero los momentos "montaña rusa" que acompañan a Bilbo y cía son demasiados y extenúan al espectador y lo que es peor, no producen (al menos a mí no) emoción.
La película se salva por esos otros momentos de emoción, de oscuridad, que tan bien sabe llevar Jackson. Los flashbacks de cómo los enanos pierden su montaña (y el oro que contiene), la batalla en la que el rey enano perece a manos del cruel y terrorífico orco albino. Thorin, el dstronado príncipe enano, que recuerda por momentos a la personalidad de Aragorn, un héroe con todas las de la ley.
Y resulta curioso también que el protagonista de le película,que le da título, tampoco hay hecho un gran trabajo actoral. Admiro el trabajo de Martin Freeman en Sherlock, pero en esta ocasión, su Bilbo es un tipo más bien desnortado, sin el ingenio que demuestra en la novela original y que queda bastante eclipsado por el tropel de enanos y un Gandalf de mirada demasiado "tierna" en ocasiones.
En fin, no es una mala película, los fans de la trilogía del anillo esperábamos otra cosa y sobre todo espero que los errores creativos de ésta se pulan en las dos siguientes.
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