Desde que vemos por primera vez el rostro de Arthur Kipps, interpretado por Daniel Radcliffe, adivinamos que su destino va a ser oscuro. Y es que se verá atrapado en una trama terrorífica cuando acuda a revisar los documentos de una propiedad abandonada, se encuentra a unos kilómetros de un poco acogedor pueblo, cuyos habitantes no ven con buenos ojos la llegada del joven.
Kipps sólo encontrará apoyo en el amable señor Daily (Cyaran Hinds), que con una mente cerebral intentará convencerlo de que en el pueblo no están sucediendo cosas extrañas: A lo largo de los últimos años, varios niños han fallecido de forma extraña, como si acudieran a la invisible llamada de "algo o alguien".
Una vez en la abandonada mansión, Kipps será víctima de toda clase de sucesos extraños, visiones de niños, de una terrorífica mujer que viste de negro y se encontrará atrapado en el lugar hasta que dé solución al misterio que atemoriza a los lugareños y que sin pretenderlo, lo atrapará a él también. Ya que al ser padre viudo, espera la visita de su hijo pequeño, lo que convierte su trabajo en una misión contra reloj.
La película está dirigida por James Watkins, que nos sorprendió con Eden Lake y que ahora recrea el ambiente de la novela gótica a la perfección. La mansión atrapada en medio de las aguas pantanosas recuerda al hogar de los Usher en la obra de Poe. Los lugareños, que reflejan en sus rostros el dolor y pánico que sienten a medidad que ven como sus vástagos mueren.
Lo único que rechina, pese a que el chaval lo intenta, es el papel de Radcliffe. Intenta quitarse el sambenito de Harry Potter, pero no logra transmitir la tristeza, la desolación que el personaje requiere y que tal vez hubiera logrado un actor más adulto.
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