El protagonista de la nueva cinta de Steve McQueen es un hombre adicto al sexo. Es atractivo, tiene encanto, un buen trabajo y dinero. Pero nada de esto significa nada para él, lo único que ocupa un lugar en su cabeza es el sexo. Por la calle, en el metro, en su oficina... Una enfermedad que lo convierte en un ser dramático. Su hermana Sissy aparece de pronto en su vida, después de mucho tiempo sin que los hermanos se hayan visto. Ella es cantante pero también carga con un pasado que adivinamos oscuro.
Brandon cargará sobre sus espaldas su enfermedad, la forma en la que se relaciona y su falta de sentimientos hacia los demás.
Impresionante papel el interpretado por Michael Fassbender, uno de los actores más interesantes del momento. Es complicado que un actor se desnude tanto ante las cámaras, y Fassbender transmite el dolor, la soledad que sufre su personaje. Carey Mulligan, su hermana, también está de premio, como esta chica alocada, sin norte, que sólo busca el cariño.
Es terrorífico como llega un momento de la cinta en la que la repulsión que podemos sentir por el sexo se convierte en algo real, para nosotros y para el protagonista, que no puede parar. De hecho, hará cosas para conseguirlo que lo introducirán en un mundo bastante oscuro.
Una gran película que, al igual que la anterior del director, Hunger, se apoya mucho en las imágenes, dejando espacio para que la arrebatadora b.s.o. y sobre todo las intrepretaciones de los protagonistas nos metan en la dura historia.
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