Florence Cathcart (Rebeca Hall) tiene bastante en común con los personajes interpretados por Cillian Murphy y Sigourney Weaver en Luces Rojas. Se dedica a desmontar los "negocios" de falsos mediums que juegan con el dolor de padres desaparecidos, etc... Lo que ocurre es que es 1921, y los medios con los que cuenta Florence no son los mismos, claro está. Ella además carga con el peso del pasado: Por una parte el fallecimiento de su novio en la Primera Guerra Mundial y la muerte de sus padres en un accidente en África.
Es entonces cuando su presencia es requerida en un colegio privado. Uno de sus profesores, Robert Mallory (Dominic West), le narra la muerte de uno de los internos y la supuesta presencia del fantasma de un niño en el lugar.
La investigadora se traslada al sitio y pone en acción todos los instrumentos de los que dispone para cazar al impostor, pero poco a poco se va dando cuenta de que en el lugar ocurren cosas extrañas, que sin ella saberlo, tienen mucho que ver con su propio pasado.
Película de terror gótico, con un solvente reparto, pero que cuando acabamos de verla nos suena ya a otras. Y es que han sido tantas las incursiones en el terreno de las mansiones (La Mujer de negro, El Orfanato, Los Otros...), colegios encantados que es difícil a estas alturas ofrecer un producto original.
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