Ésta es la historia de Sam Childers (Gerald Butler): Presidiario, drogadicto, ladrón... En fin, un dechado de virtudes. Sale del talego para volver a caer en el mundo criminal de la mano de su colega Donnie (ese gran Michael Shannon). Pero un acto de violencia extrema le hace reconsiderar su vida y siguiendo los consejos de su esposa Lynn (Ex bailarina de striptease...) acudirá a la iglesia local, donde recuperará la fe en Dios (?). Pues bien, con el tiempo conocerá las vicisitudes de los niños en Sudan, que son masacrados por la sangrienta guerrilla. Sin pensarlo dos veces, se va para allá y con el dinero que ha ahorrado con su empresa de construcción, levanta un pequeño poblado para acoger a los chavales. Claro está, esto no pasará inadvertido para los matones de la guerrilla, que se lo van a poner bastante duro. Pero Childers no se amedrenta y coge una metralleta, matando a todos los que se le ponen por delante.
¿Pensáis que la historia es increíble? Pues está basada en hechos reales, así que flipad con la vida de este tipo, que pasó de ocupar un escalafón bajo, bajísimo en el mundo del lumpen a salvar vidas de inocentes.
Si quitamos todo el rollo religioso (que me sobra) la peli se deja ver bien. Dirigida por el errático Marc Forster, que cometió aquel atropello titulado Quantum of Solace...
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