El joven Joe acaba de perder a su madre en un accidente de trabajo y, al llegar las vacaciones de verano, vuelca su vida en el rodaje de un cortometraje junto a sus amigos. La casualidad hará que, mientras filman una secuencia, sean testigos de un brutal accidente ferroviario. Del tren militar descarrilado escapa algo, un ser que va a traer el terror al pueblo y junto a él las fuerzas militares, que lo persiguen con saña.
J.J. Abrams, el niño de oro de Hollywood nos sumerge en esta historia situada a finales de los setenta y que podríamos decir que es un ejercicio de estilo, ya que recrea la atmósfera de películas como Cuenta conmigo; Los Goonies, E.T., etc... En ella nos encontramos con una pandilla en la que sus diferentes miembros adoptan un rol: El héroe, el manitas, el cobardica, la chica... Y se enfrentan a lo desconocido, en este caso un ser extraterrestre.
Las peripecias se van mezclando con las vidas de los protagonistas, en especial Joe y la chica del grupo, Alice, a los que une un terrible lazo: La muerte de la madre del chaval.
La mayor virtud de la película es quizá su mayor defecto. Al tratarse de un homenaje a ese cine de los 80, puede haber un sector del público al que esta historia más sencilla, sin recovecos y donde los personajes son transparentes, sin lados oscuros, no guste. Pocas pegas se le pueden poner, tal vez sólo la ridícula escena del descontrolado ataque de los militares. ¿Qué hacen, disparando sin ton ni son?
Por lo demas se trata de una distraída película en la que Abrams hace un guiño a otra producción propia, de Bad Robot y con una escena muy, muy emotiva que resume a la perfección el mensaje de esta película, un canto a otros tiempos, más sencillos e inocentes.
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