A la hora de afrontar esta película, sus creadores, el director Rupert Wyatt y los guionistas Rick Jaffa y Amanda Silver han evitado caer en el error de plantear un remake, como ya hizo Tim Burton hace unos años y que le llevó a perpetrar una de sus peores películas. El argumento se hace más realista y en él se plantea la investigación que lleva a cabo el doctor Will Rodman (apagadito James Franco), que ha sintetizado un producto con el que pretende curar el alzheimer, enfermedad que padece su padre (Gran John Lightgow). Para ello ha inoculado el producto a varios chimpances y será una hembra, un incidente y el posterior descubrimiento de su cría lo que hará que Rodman piense que ha dado con la solución.
Por desgracia, Rodman trabaja para una corporación, cuyo director Steven Jacobs sólo quiere resultados rápidos que generen beneficios.
La cría, bautizada como César, será criada en casa de Rodman durante varios y felices años, probando poseer una inteligencia superior. Un enfrentamiento con un vecino hará que sea recluido en un recinto para primates, dirigido por Landon y su cruel hijo Dodge.
Será a partir de este momento cuando César elaborará un plan de escape, comenzando la rebelión de los simios y lo que puede suponer el fin de la humanidad tal como la conocemos, ya que el componente que da la inteligencia a los primates también puede borra de la faz de la Tierra al hombre...
Es increible como los simios digitales le comen la función a todos los actores. Sus expresiones, movimientos... Todo en ellos es de un realismo apabullante. Y en especial Cesar, interpretado por el genial Andy Serkis, se alza como el protagonista absoluto de esta cinta de ciencia ficción, género que ultimamente no se trata mucho, ni bien, en el cine y dejando abierta una puerta a una posible continuación.
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