En un prólogo digno de David Lynch, un policía nos explica que en el mundo de las películas suceden muchas cosas sin una explicación aparente, sin un sentido determinado. ¿Qué ocurriría si una película entera estuviera repleta de esos sinsentidos?
El director y guionistas Quentin Dupieux nos narra la historia de un neumático que despierta en el desierto y comienza a rodar. Al poco rato se encuentra con un conejo y con un poder psicoquinético que tiene, lo revienta. La odisea de esta rueda comenzará al toparse con una chica morena a la que sigue y la ristra de cadáveres sin cabeza que dejará en su camino.
Mientras tanto, un grupo de espectadores observan con atención lo que sucede a través de unos primáticos. Dan su opinión, se pelean entre ellos, tienen hambre, duermen a la interperie...
Esta película tiene dos cosas buenas: Dura poco mas de una hora y está bien narrada. El resto es surrealismo puro y duro, por lo que no es un plato fácil de consumir.
Impredecible.
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