La joven Ree se convierte en involuntaria cabeza de familia cuando su padre, Jessup, desaparece. Su madre padece un trastorno mental y sus dos hermanos menores se convierten en una pesada carga para la muchacha. Sus problemas sólo acaban de empezar, ya que el desaparecido padre, metido en líos de drogas, ha puesto el hogar familiar como fianza y en pocos días serán puestos de patitas en la calle, a menos que paguen o que demuestre que Jessup está muerto.
Filmada en una zona inhóspita de los USA, en medio de las montañas Ozark, nos muestra a esos norteamericanos que no salen en las fotos promocionales. Gente adusta, dura, que se busca la vida como puede y con los que más vale no meterse. La vida de la propia chica estará en peligro, por querer indagar demasiado en las razones de la desaparición de su padre.
Dirigida y co-escrita por Debra Granik, mezcla el drama social con el thriller, equilibrándo los géneros a la perfección. Nos descubre también a un nuevo valor actoral, la joven Jennifer Lawrence, que carga con todo el peso de la película, rodeada de secundarios de peso como John Hawkes (Deadwood), Garret Dillahunt y una bastante envejecida Sheryl Lee (la Laura Palmer de Twin Peaks)
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