Otro remake más a añadir a la ya larga e infructuosa lista de intentos por rellenar las pantallas cinematográficas. La sequía de ideas continúa en Hollywood. Basada en la peli del año 72 protagonizada por Charles Bronson y dirigida por Michael Winner (el de la trilogía Yo soy la Justicia...) nos encontramos con Arthur (Jason Statham), un frío y eficiente asesino que casi siempre encubre sus asesinatos como si fueran muertes naturales o por accidente. La cosa se pone fea cuando uno de sus jefes, Dean, le comunica que el que ha sido su superior y mentor, Harry McKenna (Donald Sutherland, que llena la pantalla aunque salga sólo unos minutos) ha traicionado a la organización.
Antes de que lo haga otro, Arthur prefiere matar él mismo al anciano, sin saber que provocará una espiral de violencia. En primer lugar, su joven y rebelde hijo Steve le pide que lo convierta en lo que él es: una perfecta máquina de matar. Más tarde sabran que todo ha sido un montaje y que la muerte de Harry sólo ha sido un paso más en una conspiración que nace del interior.
El argumento, como podéis ver, no es especialmente original, pero la película es distraída, se deja ver y sobre todo ofrece unas escenas de acción extremadamente violentas, donde los dos asesinos no dejan títeres con cabeza.
Jason Statham sigue portando el trono de los action heroes de la actualidad, ya que el resto son demasiado viejunos o los está reclutando Stallone para la secuela de Los Mercenarios...
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