Narrar la biográfia de este contradictorio personaje es una tarea complicada. Difícil es ya que al espectador le cueste empatizar con este hombre obsesivo, racista, traumatizado por su madre y con facetas bastante oscuras. Hoover poseyó durante décadas la información suficiente para terminar con el gobierno de su país, así como con las carreras de políticos, abogados, etc. Todo por un ansía de poseer datos, secretos que sólo él y su fiel secretaria Mrs. Gandy, conocían.
Clint Eastwood, director al que sigo y admiro, regresa a la senda tras dos errores de peso en su filmografía como fueron Más allá de la vida e Invictus. En esta ocasión nos sumerge en ese mundo de sombras que él maneja tan bien y aunque, evidentemente, muchas facetas del personaje no son expuestas del todo, sí que consigue retratar a este homosexual reprimido, moldeado por su autoritaria madre (gran Judi Dench) que hace del objetivo de su vida luchar contra el crimen en todas sus facetas, aunque para ello tuviera que saltarse las leyes, mentir, chantajear y utilizar todas las tretas posibles.
Leonardo DiCaprio está de Oscar, aunque curiosamente no lo han nominado este año. Hay que hacer una mención especial a los maquilladores que logran lo mejor al envejecer a Hoover y Gandy, pero no sé en que estaban pensando con la cara de Armie Hammer, que interpreta a Clyde Tolson, el mejor amigo, segundo de a bordo, pareja de Hoover y al que le ponen más que un maquillaje que lo envejece, una careta de carnaval, inexpresiva.
Ésta es la historia de un hombre que tiró de todos los hilos para conseguir lo que quería, pero que también ayudó a que los métodos de investigación evolucionaran, al introducir la ciencia en la deducción policial.
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