Se ve que los únicos que dan libertad creativa a los productos televisivos que luego emiten son los responsables de Canal +, que hace unos meses emitieron esta brillante miniserie, que junto a Crematorio, se han convertido en lo mejor de la realización patria de los últimos años.
Creada por David Trueba y el propio Jorge Sanz nos encontramos con este actor, sí, aquel que salía en Valentina, el niño adorable, golfillo, que todas las abuelas querrían como nieto. Los años han pasado y la carrera de Sanz ha caído en un pozo de producciones baratas, mal elegidas, que tienen mucho que ver con la inmadurez del personaje, que no levanta cabeza: Novietas, hijos no reconocidos, borracheras, descontrol y una imágen que él mismo se ha encargado de ensuciar.
Pero esto es una comedia y la vida profesional de Jorge parece cambiar desde que controla como manager a Amadeo (genial Eduardo Antuña), un antiguo trabajador de una fábrica de quesos que se toma muy en serio su trabajo, pese a no tener repajolera idea. Una serie sobre un superhéroe, un pregón en un pueblo perdido y una posible película en Guatemala hacen que el pasota de Sanz se vaya buscando al vida, mientras se va encontrando con colegas de profesión como Antonio Resines, Juan Diego Botto, Santiago Segura... Con la mayoría tiene cuentas pendientes, putaditas casi siempre relacionadas con las mujeres. Como su ex, que vive en Barcelona y con la que comparte un hijo al que "pretende" dar una educación... Y termina enrollándose con la nanny.
En fin, un retrato agridulce de lo que puede llegar a ser la vida de un niño prodigio cuando llega a los cuarenta. Todo está narrado de una forma realista y con mucho humor. Atención a la cantidad de guiños que hay y que implican a lo más granado de la profesión cinematográfica y actoral en España. Sin pelos en la lengua y riéndose de la actitud de más de uno...
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