El director español y guionista Mateo Gil (Nadie conoce a nadie) se ha embarcado en su primera aventura norteamerica con esta historia: James Blackthorn es un viejo cowboy que vive plácidamente en Bolivia junto a su novia indígena. La llegada de una carta hará que decida regresar a los USA, el por qué se nos revelará en varios flashbacks en los que descubriremos que el anciano es, ni más ni menos, que Butch Cassidy, el ladrón al que todos dan por muerto desde hace años (Dos hombres y un destino os puede servir como guía para los que no conozcáis al historia).
La súbita aparición de un ingeniero español, Eduardo Apodaca, al que persigue un grupo de bolivianos hará que los hechos se precipiten y Blackthorn reviva una aventura como las que tenía con su amigo Sundance. Pero por el camino se dará cuenta de que nada es lo que parece y tal vez ponga su vida en juego por una mentira.
Esta cinta adolece de varios males: El primero es la dirección, que por decirlo de alguna manera, es demasiado "española". Otro lastre es Eduardo Noriega, como de costumbre, con una interpretación para nada creible y que al lado del titán Sam Shepard queda reducido a cero.
Una historia crepuscular, que si hubiera sido dirigida con más brío y con un plantel de actores mejor (sólo destacan Shepard y Stephen Rea) hubiera sido otra cosa.
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