El protagonista de la cinta es un silencioso conductor (Ryan Gosling)que reparte su tiempo y trabajo como especialista de películas y llevando el coche en atracos. Es un perfeccionista en su "profesión" y se pasa las horas en la carretera por puro placer.
Un día conoce a su vecina Irene (Carey Mulligan), una joven madre que junto a su hijo Benicio espera que su pareja, el problemático Standart, salga de la cárcel.
Poco a poco nace un sentimiento entre el conductor e Irene y al salir su marido de prisión, éste trata de ayudarlo con una cuenta pendiente que tiene con unos mafiosos.
Mientras tanto, el dueño del taller donde también trabaja el conductor(el gran Bryan Cranston) le pide un préstamo a un jefe de los bajos fondos, el violento Bernie Rose (Albert Brooks) que tiene negocios con otro capo, Nino (otro grande, Ron Perlman) y que trágicamente están unidos a la espiral de violencia que está a punto de desatarse y que relaciona a todos los personajes de esta historia.
Esta es una de las películas sobre la que más se habla este año y no me extraña. Con un ritmo y montaje pausado, un personaje que recuerda a Alain Delon en L´Samurai de Melville y una banda sonora y temas musicales de Angelo Badalamenti, el director danés de Nicholas Winding Refn (Pusher, Bronson, Valhalla Rising...) nos ofrece una maravilla fílmica, que curiosamente tiene una pátina ochentera.
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