Haciendo un uso mínimo del diálogo y jugando con los colores y la imagen, Winding Refn nos cuenta la historia de Julian (Ryan Gosling), que junto a su hermano regentan un local de combates en Bangkok, además de dedicarse al tráfico de drogas y las apuestas ilegales. Todo parece funcionar hasta que una noche, Billy (Tom Burke), el hermano mayor, se emborracha, viola y mata a una jovencita del lugar.
Aparece un agente de la policía, Chang, que por desgracia para Julian y su familia, es un tipo que no se anda con chiquitas y que porta una espada oculta en su ropa. Después de obligar al padre de la chiquilla a que mate a Billy, se inicia una imparable espiral de venganza y sangre, alentada sobre todo por la peculiar madre de Julian, Crystal (impresionante e inusual Kristin Scott Thomas) que vuelve a la ciudad para ajustar cuentas y no para de presionar a su hijo menor...
El montaje y el poco uso de los diálogos me ha recordado especialmente a otra película del director danés, Valhalla Rising, y al igual que en aquella, las explosiones de violencia son brutales.
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