Volvemos a Bon Temps para ser testigos de las aventuras de Sookie Stackhouse y los vampiros y demás seres sobrenaturales que la rodean. Esta temporada ha mejorado bastante, ya que la anterior con aquella bruja y los habitantes de pueblo posesos no dio para los doce episodios, se convirtió en un lastre y los personajes parecían perdidos. Tan sólo la línea argumental de Sookie, Bill y Eric buscando al mentor de éste último estuvo bien. Eso sí, la muerte en la azotea fue de lo más azucarada, comparada con las bestialidades que habitualmente vemos en esta serie.
En fin, la trama de esta tercera entrega se ha centrado en los vampiros: Sus rencillas, odios, venganzas y agendas ocultas y llegados al final nada volverá a ser lo mismo. Muchas máscaras han caído y Sookie se queda sola. ¿O no?
Eso sí, que no me vendan la moto de que la chica es un hada... Por favor. Esos reflejos, lucecitas y demás colorines me dan arcadas.
Bueno, ésta no es una gran serie, pero al menos es distraída y tiene momentos bestias para recordar. Para ver con palomitas de maiz al lado.
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