Si algo ha demostrado Tom Cruise en los últimos años es que no es tonto y está muy atento a los nuevos valores cinematográficos. Su objetivo se fijó en Joseph Kosinski, que ha estado en boca de todos desde que dirigió Tron: Legacy, película irregular donde las haya pero que visualmente impactó, al igual que la magnífica banda sonora compuesta por Daft Punk.
Kosinski es un realizador que se toma muy en serio el tema visual, los diseños en general y ya es su marca particular. En esta, su segunda película, nos presenta un planeta Tierra devastado por una guerra contra unos sangrientos aliens. Jack (Cruise)
, un veterano soldado, es el encargado junto a su compañera Victoria de vigilar y reparar las ciclópeas máquinas que extraen la poca agua que queda en el planeta, aunque los temibles alienígenas se las apañan para destruir todo lo que encuentran a su paso.
Jack tiene extraños sueños que lo colocan en New York, antes de la gran destrucción, junto a una bella mujer (Olga Kurylenko) a la que no reconoce... Sólo la caída de una nave terrestre en el planeta y lo que en ella encuentra hará que el soldado se replantee la verdadera naturaleza de su misión.
La cinta juega con conceptos ya conocidos por todos: Los sueños recurrentes, la oculta invasión, los clones, una inteligencia extraterrestre superior... y los mezcla en una coctelera, ofreciendo un producto que sobre todo apabulla visualmente, pero que a los expertos cinéfilos ya nos suena a visto anteriormente.
Basada en una novela gráfica del propio Kosinski, llega un momento que la trama se alarga innecesariamente y el aburrimiento florece. Además, el director no se cansa de ofrecernos impresionantes (pero repetitivos) planos de esta roca desolada en la que se ha convertido el planeta azul, además de jugar un poco con el espectador y ser un pelín mentirosillo cuando nos presenta a los "letales" invasores.
¡MUCHAS GRACIAS A TODOS!
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario