Tim Burton se encarga se narrarnos este regreso de Alicia a ese país loco que ella cree que existe sólo en sus sueños, o no? Con veinte años, la joven es obligada a aceptar la pedida de mano de un petimetre bastante repelente. Como siempre, acabará huyendo de la reunión social y persiguiendo a un conejo, caerá por un inacabable agujero... ¿Os suena, verdad?
La guionista de la película, Linda Woolverton, fusiona con soltura los dos libros de Lewis Carroll dedicados a la pizpireta muchachita y nos ofrece aquí un País de las Maravillas que se ha oscurecido bajo el férreo reinado de la desquiciada Reina Roja. Uno a uno, Alicia volverá a encontrarse con unos compañeros de aventuras a los que vagamente recuerda y finalmente junto a la Reina Blanca liderará una batalla en la que se lidiará la libertad del lugar.
Esta película se sitúa entre las más góticas y oscuras Sleepy Hollow y Sweeny Todd (para mí, de lo mejor del director junto a Ed Wood y Big Fish) y la almibarada, barroca y mareante Charlie y la Fábrica de Chocolate. Con algún que otro momento dark (esa cabeza del rey que flota en el foso de la malvada reina) y eso sí, demasiada presencia de Johnny Depp, por el que el director de peinado imposible parece tener obsesión...
Veremos que hace con su supuesto próximo proyecto, Dark Shadows, remake del culebrón vampírico emitido en los setenta en la tele yanqui. Eso sí, protagonizada otra vez por el sempiterno Depp.
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