Tiene 42 años.
Mantiene disecados a sus padres en el salón, sentados frente al televisor. Los mató de pasividad, frialdad y mentiras.
Su sombra sonríe, lo mira y admira lo bueno que es en todo. Cada opinión que da, los comentarios que salen por su bendita boca, todo él es perfecto. Se siente tan orgullosa de ser su sombra.
Hay palabras que no figuran en su diccionario: Amistad, verdad, compromiso y la peor de todas. TRABAJO...
Salta de casilla en casilla, evitando las fauces de la fiera que tarde o temprano lo devorará a él y a su sombra. Es lo que hay.
Puedes verlo, paseando indolente. Hasta parece alguien. Ja.
Lo mejor de todo es que aún tiene suerte y mantiene esa fachada. Pero la pintura comienza a resquebrajarse, amigo. Prácticamente has recorrido la mitad de tu camino, tal vez más. Nunca se sabe.
Todo lo bueno se acaba y a tí no te queda mucho tiempo.
Cómprate una gorra y una guitarra, nos veremos en cualquier esquina. Al fin y al cabo siempre has pensado que eres un artista, ¿no?
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