Con la película pasa lo mismo, el argumento es prácticamente idéntico, pero han introducido algunos, lógicos, cambios. Chloe Grace Moretz ha crecido demasiado y ya nadie se la cree de niña pequeña, así que con el estirón viene un súbito y poco disimulado interés por el sexo contrario.
Lo mismo ocurre con Aaron Taylor Johnson, que ha convertido su cuerpo en un catálogo de músculos, como ya pudimos comprobar en Savages de Oliver Stone, por lo que la historia (con respecto al cómic) pierde bastante credibilidad.
¿La violencia? Bueno, no es para tanto, la verdad. Hemos visto cientos de películas donde se muestran cosas bastante más extremas, así que no comprendo la campaña de desprestigio de Jim Carrey...
La película no aburre, pero tiene poca alma. La anterior al menos estaba dirigida con talento por Matthew Vaughn, algo que no podemos encontrar en esta por ningún lado...
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