La Jasmine (Cate Blanchet) que da título a la cinta es una pija neoyorquina neurótica, psicótica y venida a menos a raíz del descubrimiento de los negocios sucios de su marido, un empresario (Alec Baldwin) que le ha dado todos los deseos mientras ella no se daba o no quería darse cuenta de el entramado de mentiras en el que vivía.
Ha pasado el tiempo y ésta, arruinada y enganchada a los antidepresivos, se traslada a San Francisco para vivir una temporada en casa de su hermana Ginger, que al igual que ella fue adoptada, pero que es todo lo contrario que la sofisticada Jasmine. Ginger es malhablada, no tiene muy buen gusto con los hombres y trabaja de cajera en un supermercado. Sin embargo, a su manera, es feliz.
La irrupción de su hermana mayor en la casa hará que se replantee su relación con Chili (Bobby Cannavale), su novio chuleta,
e intente integrarse en otros estratos de la sociedad.
Mientras, Jasmine consigue un trabajo de recepcionista en una clínica dental y comienza a estudiar informática, con resultados funestos. Será en una fiesta donde conocerá a Dwight (Peter Sarsgaard), un aspirante a político que queda cautivado por la (falsa) personalidad de la mujer.
Sarcástico y ácido retrato de un personaje que en ningún momento cae bien, defendido a la perfección por una inmensa Cate Blanchett, que debería estar en la lista de nominadas a los Oscars de este año. Un personaje roto, acosado por el pasado y los errores que cometió y que no ha aprendido a evitar.
Genial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario