Un personaje despierta en un tren que se dirige hacia Chicago, frente a él está sentada una guapa mujer con que parece que tiene algún tipo de relación. En los ocho minutos siguientes verá al resto de pasajeros que junto a él, ocupan el vagón. Pero no habrá tiempo para mucho más, ya que cuando el minutero llega al ocho el tren explota en mil pedazos.
Colter Stevens (jake Gyllenhaal) es un militar, piloto de helicópteros. Despierta dentro de una extraña cabina de la que no puede salir. En una pantalla aparece el rostro de Goodwin (Vera Farmiga), una militar que será su único nexo con la realidad.
Las preguntas se irán contestando al serle comunicado que es el agente infiltrado en este pedazo del pasado, ocupa el cuerpo de una de las víctimas del atentado y debe averiguar en el tiempo estipulado quién es el terrorista. Lo demás no importa, excepto para Colter, que poco a poco irá enamorándose de Christina (Michelle Monaghan)
No conviene saber mucho más de la trama, ya que uno de los platos fuertes es precisamente el juego en el que el director nos introduce como espectadores y en el que deberemos averiguar la identidad del asesino.
La película tiene ritmo, con una historia atractiva, que engancha y el único reproche que se le podría hacer es que si no tuviese a quién tiene tras la cámara bien se le calificaría como un episodio de la serie Dimensión Desconocida o un telefilme de calidad. Pero tal como está la cosa, la película es una distraída bocanada de aire.
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